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Las razones científicas por las que el Coworking es el futuro del trabajo

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Las razones científicas por las que el Coworking es el futuro del trabajo

Menlo Innovations es una compañía de desarrollo de software que está reinventando la manera en la que trabajamos.

Según su CEO, Richard Sheridan, Menlo se ha propuesto a dar solución a la crisis que aqueja a la industria del desarrollo de software e imponer un estándar de calidad al optimizar su entorno de trabajo. Aquí, los programadores laboran en parejas que rotan cada cinco días y la estructura social de la compañía está diseñada para ayudar a los empleados a colaborar. Recientemente, la empresa expandió sus oficinas para dar cabida a start-ups y emprendedores y para que puedan trabajar junto a sus programadores generando conexiones e interacción en el proceso.

Más que una tendencia en la industria de la tecnología, este acercamiento parece tener su fundamento en la psicología del desempeño. Menlo no son los únicos que han hecho este experimento. El Coworking es un movimiento robusto. Las ambiciones de entidades como WeWork crecen rápidamente y otros espacios aparecen cada vez más en sorpresivas formas.

Últimamente, compañías tradicionales han comenzado a emular ciertos elementos del Coworking para instar a sus empleados a que interactúen más. General Electric, por ejemplo, hará que sus nuevas instalaciones en Boston sean públicas buscando innovación, aprendizaje y colaboración.

Según algunos investigadores que han estudiado la efectividad del Coworking, hay razones científicas por las que estaríamos hablando de este como el futuro del trabajo:

Dos necesidades humanas son satisfechas con el Coworking

Un equipo de científicos de la Universidad de Michigan dirigido por la Dr. Gretchen Spreitzer ha pasado los últimos años estudiando el Coworking. Han entrevistado a decenas de fundadores de estos espacios y a más de 200 trabajadores que los utilizan; de hecho, uno de los miembros del equipo pasó seis meses como usuario de uno.

Su investigación concluyó que existen dos beneficios clave de esta experiencia, ambos relacionados con la mejora del desempeño: flexibilidad y autonomía como parte de una valiosa comunidad.

Resulta que características del Coworking, como el diseño, son menos importantes que su estructura social, en la que el trabajador siente su autonomía individual conectada a un sentido de colaboración. La mayoría de los espacios buscan satisfacer esas necesidades cruciales de maneras en las que el freelacing en solitario y las oficinas tradicionales no pueden hacerlo.

Los coworkers pagan una cuota mensual a cambio de la libertad de trabajar en donde, como y cuando quieran. Abiertos las 24 horas del día, los Coworking dejan que sus miembros entran y salgan en cualquier momento. Tampoco hay socialización forzada. Uno puede ser tan amigable o reservado como desee.

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Los miembros también tienen la libertad de moldear su ambiente, lo que puede impactar positivamente en su productividad. El estudio encontró que varios de estos espacios han sido rediseñados para ajustarse mejor a las necesidades de sus clientes recibiendo su retroalimentación.

La independencia, adaptabilidad y flexibilidad son características fundamentales de las necesidades humanas, por eso no es ninguna sorpresa que estén relacionadas con el éxito en el lugar de trabajo. El resultado es un gran compromiso por parte de los empleados.

Esto también explica el porqué distintas organizaciones están optando por el trabajo flexible. GE, nuevamente, está ofreciendo arreglos de este tipo a sus empleados en Estados Unidos, siempre y cuando los jefes estén de acuerdo.

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Comunidades que minimizan la competencia interna

Los investigadores encontraron que la autonomía y flexibilidad pueden ser cruciales, pero que el ambiente de trabajo no es el único factor que las hace posibles. El otro beneficio clave del Coworking es el sentido de comunidad, una en la que sus miembros pueden ser realmente ellos mismos, pues no sienten que estén compitiendo con los que están a su alrededor. Así, las ideas se comparten más libremente.

Este tipo de espíritu comunal provee el soporte necesario para la autonomía. Si bien mucha libertad puede afectar la productividad, hacer de la estructura comunitaria una muy flexible deriva en lo que la Dr. Spreitzer llama “el óptimo grado de control”.

Usualmente, la gente se une a un Coworking porque quieren ser parte de algo mientras hacen sus cosas. Los miembros comparten sus pensamientos y necesidades con los demás. Eventos y reuniones son organizadas todo el tiempo, pero siempre son opcionales.

Compañías tradicionales están comenzando a replicar esta misma sensación. AT&T, por ejemplo, ha creado espacios de Coworking en los que sus ingenieros se mezclan con desarrolladores independientes para acelerar el ciclo de innovación. Steelecase rediseñó sus oficinas corporativas para incluir un café pensando en la idea de que estos lugares pueden crear amistades entre distintos departamentos.

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Los emprendedores y trabajadores que se unen a Coworking no solo están siendo parte de una tendencia, sino de un comportamiento que explica la razón científica por la que la gente trabaja mejor de esta manera.

Fuente: Fast Company

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